Puesto que estas aves cazan bajo el manto de las estrellas, han tenido que adaptarse y evolucionar de tal manera que casi pasen desapercibidas. Como ya comenté en otra de las entradas, una de esas adaptaciones es el vuelo silencioso, tan necesario para estas bellas aves puesto que si no contarán con esta cualidad podrían ser descubiertas por sus futuras presas (teniendo en cuenta que la mayoría de los mamíferos nocturnos también están adaptados para vivir en la oscuridad, poseen unas grandes orejas para poder captar cualquier sonido por leve que sea); otra es su visión, totalmente adaptada para poder ver y capturar a sus presas con poca luz.
Pero vamos a la adaptación que nos ocupa, yo diría casi la más importante para este grupo de aves, es su desarrollado sentido del oído.
Es obvio que las presas hacen ruido cuando se desplazan y que los sonidos que emiten suministran a la nocturna toda la información que necesita para localizarlo, nada más oirlo, aún en total oscuridad, girará y moverá la cabeza hacia el lugar de donde proviene el sonido, hasta que el sonido llegué igual a ambos oídos.
Es importante fijarnos en la forma de la cara, puesto que es un indicador excelente del grado en que las nocturnas se valen del oído para localizar las presas, como ejemplo fijaros en la lechuza.
Lechuza común (Tyto alba)
Su cara tiene forma de corazón, a esto realmente se le denomina disco facial y se compone de plumas conectadas entre sí, situadas alrededor de los ojos. Este disco funciona en cierto modo como un radar o antena parabólica, recogiendo y concentrando el sonido hacia sus oídos que se encuentran en la parte posterior de su cabeza, aproximadamente al nivel de sus ojos.
Muchas de las rapaces nocturnas cuentan con una asimetría auditiva, esto quiere decir que tienen un oído más alto que otro (no como el resto de los animales que los tienen al mismo nivel), esto hace que puedan percibir el sonido desde diferentes partes de su entorno.
Como curiosidad, contaros que existe una nocturna que es capaz de oír a través de un manto de nieve. Es el carabo lapón, un ave con el disco facial más pronunciado, funcionando como un gran radar captando los sonidos más leves que hace la presa en su madriguera que puede estár a mas de 30cm por debajo de la nieve.
Carabo Lapón (Strix nebulosa)
Pero existen nocturnas que apenas tienen marcado este disco, puesto que debido a su alimentación no necesita el oído para cazar, es el caso del búho pescador (Scotopelia peli), ave africana habitante en zona de ríos, dando caza a los peces escaneando el agua con su visión hasta dar con su presa.
Aunque después de todos estos detalles pudiera parecer que una nocturna es capaz de cazar sin ver a su presa, en una oscuridad plena, tenemos que pensar que en su medio natural las condiciones son muy diversas y es probable que no haya una oscuridad total en los lugares donde cazan, por esto, las nocturnas utilizan conjuntamente sus dos armas más poderosas como son su magnifica visión y su excepcional oído para dar caza a sus presas.
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